Fuente: Opinión
Escrita por: Alba Balderrama
EXHIBIRÁN EL DOCUMENTAL BEATRIZ, JUNTO AL PUEBLO COMO PARTE DE UNA MUESTRA DE CINE LATINOAMERICANO
En 1979, se publicó el primer libro sobre lenguaje cinematográfico boliviano, titulado Teoría y práctica de un cine junto al pueblo, de Jorge Sanjinés y el Grupo Ukamau. En el libro se plantea que el cine está al servicio del pueblo y de sus luchas, por lo tanto ha de hablar en su lenguaje, entendiendo el mundo a través de la cosmovisión andina y considerando el tiempo y el espacio andinos en la narración cinematográfica. Era el manifiesto de un sueño colectivo.
La praxis de esa teoría, la puesta en práctica de esa forma de afrontar la tarea de hacer cine en un país tan convulsionado como era Bolivia en ese entonces, ha sido la obra de Beatriz Palacios. A esa obra y a esa mujer está dedicado el documental Beatriz, junto al pueblo, producido por el Centro pedagógico y cultural Simón I. Patiño e Imago y que se proyectará en ocho ciudades del país en el marco de la 9na Muestra de cine latinoamericano en Bolivia, organizado por el Grupo Latinoamericano de Cultura (Grulac) y la Cinemateca Boliviana, del 18 al 31 de octubre del presente. En Cochabamba se proyectará el lunes 29, a las 20:30, en el Café Novecento, donde también se exhibirán el resto de las películas de la muestra.*
Durante 60 minutos, el documental recorre la vida de Palacios junto a Sanjinés, mientras hacían cine, mientras soñaban un cine capaz de transformar su realidad, mientras escribían la historia del país, con la suya; una historia hecha de las pequeñas y grandes luchas de los sectores más empobrecidos de la sociedad, de un pueblo al que le tocó combatir por su libertad y por su dignidad.
El documental transcurre entre secuencias de las películas que juntos realizaron, imágenes de las ciudades en las que rodaron, fotografías documentales del Grupo Ukamau y entrevistas a personas que más la conocieron y que fueron cercanas, pocas. Pero las amistades entabladas por ella en el rodaje, en la producción o en la difusión del cine, fueron siempre profundas. Jorge Sanjinés, director, amigo y esposo. César Pérez, amigo íntimo y fotógrafo del grupo. Reynaldo Yujra, actor de La Nación Clandestina y apoyo hasta el día de hoy del Grupo Ukamau. Eduardo “Chichiso” López, quien también trabajó de cerca con ellos. Ellos, en un fascinante ejercicio de memoria y compostura emocional, recuerdan cómo se comía, se dormía, se pensaban las escenas y cómo se afrontaba la lógica de producción de un cine revolucionario y comprometido con Beatriz.
Contrariamente a lo que sucede hoy cuando se habla de la producción en el cine boliviano, en ningún momento de las entrevistas o conversaciones se menciona la falta de fondos, de un mercado para el cine o de apoyo del Estado. Las preocupaciones del cine junto al pueblo eran otras. Los inspiraba el amor a su idea, su sueño de un país mejor, más libre. Seguramente por eso, el cine de Ukamau se constituyó en el sueño colectivo de nuestra sociedad, porque reflejaba lo que estaba viviendo, salía al encuentro de ella y luchaba con ella.
Beatriz junto al pueblo es un caminar de la mano de la productora, de la mujer que hace cine, que hace posible el cine, que está en la escena como actor secundario, que nos lleva hacia la maquinaria detrás de las películas más inolvidables de la historia del cine nacional, como Yawar Mallku (1969), Fuera de Aquí (1977) o La Nación Clandestina (1989),
Una de las escenas misteriosas que revela el documental inesperadamente, y que obedece a la máxima de Bresson de que “en el cine no hay que hacer, hay que esperar”, es una toma en Los hijos del último jardín: en una manifestación en las calles, el pueblo enardecido grita y exige sus derechos; en medio de ese pueblo, Beatriz pasa accidentalmente por las cámaras, como una extra, casi como una revelación de su oficio de “actor secundario”, de gente indispensable. Esa la última imagen o fotografía de ella en vida.
Lo demás es y siempre será cine.
“Indispensable, pero discreta”
El año 2003, faltando una semana para terminar de rodar Los hijos del último jardín, del legendario Grupo Ukamau y de la resistente mano de su director Jorge Sanjinés, Beatriz Palacios, la productora, viajó a Cuba. Se sentía mal. El país que tanto amó le haría bien, pensaron. Y sí lo hizo, allí descansó. Llegó justo para ser enterrada en esa tierra, en el cementerio Colón en Cuba, que ella consideraba su segunda patria, el lugar donde su amor y compromiso con el cine creció durante los años setenta en adelante y donde se originó la idea de la Escuela Andina de Cinematografía, que ella creó en Bolivia en enero del 2000, en la sede de la Fundación Ukamau.
Beatriz Palacios nació en La Paz en 1952 y murió en 2003. Y aún sigue viva.
No podemos decir de ella que fue hija de una maestra de escuela en Oruro, su ciudad natal, o que su padre fue parte de algún sindicato en las minas y que luego se marchó. O que de chica la habían llevado al cine periódicamente. No podemos, porque no lo sabemos.
Pero sí sabemos cuándo empezó a estar viva.
Alrededor de sus 15 años ya era actriz, libretista y radialista en Oruro. Sus primeros trabajos en el rubro cinematográfico datan de 1973, como jefe de producción de la película Fuera de aquí de Sanjinés. Poco después asumió el papel de difusora de las películas del Grupo Ukamau, en 1975. Así empezó su vida, su papel protagónico como constructora y promotora de un cine que marcó la historia de Bolivia, el Nuevo Cine Boliviano.
Pelo negro oscuro, largo, liso y fuerte. Su nombre completo, Beatriz Azurduy Palacios. Azurduy como la patriota del Alto Perú, Juana Azurduy. Mirada soñadora y honesta, siempre asistiendo, preguntando, sonriendo. De lejos sabías que podías confiar en ella, porque no le gustaba sobresalir, le gustaba el trabajo bien hecho, pero también y ante todo, el trato humano.
Lograba pasarse la mañana y la tarde hablando en aymara con los niños de un pueblo perdido en el altiplano boliviano para que sean actores secundarios o extras de una de las películas que estaban por filmar. Corría con ellos, jugaba y reía. Sabía la importancia de esos personajes que están al fondo del cuadro, del que está atrás, el que es actor secundario, el que está al servicio. Actores secundarios sí, pero cuando se habla del cine de Sanjinés son lo importante: el pueblo que habla, el pueblo que cuenta su historia para que denunciar abusos, para recuperar historias, para mostrar los hechos.
Podría decirse de ella, lo mismo que escribió tan malditamente bien Leila Guerreiro del crítico de cine uruguayo, Homero Alsina Thevenet, en una entrevista: “cultiva con ímpetu su vicio de actor secundario: gente indispensable, pero gente discreta”.
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*El programa restante de la muestra es el siguiente: El viento y el agua (Panamá), el lunes 22 a las 20:30; Mi corazón en Yambo (Ecuador), el miércoles 24 a las 20:30; La prueba (Perú), el jueves 25 a las 20:30; Havana station (Cuba), el viernes 26, a las 18:30, y El regalo (Chile), a las 20:30; Gestación (Costa Rica), el sábado 27, a las 18:30, y Eva de Argentina (Argentina), a las 20:30; Beatriz, junto al pueblo (Bolivia), el lunes 29 a las 20:30; Espiral (México), el martes 30 a las 20:30. Todas las funciones serán en el café Novecento (ubicado en la calle Antezana esquina Chuquisaca). El ingreso a las mismas es gratuito.