La presentación del filme sobre Azurduy, que se alzó en armas en el Alto Perú en favor de la emancipación e independencia latinoamericana de España, se llevará a cabo el próximo miércoles -previamente a su exhibición en La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz- como un homenaje al nacimiento de la república de Bolivia y, casualmente, el mismo día de su fallecimiento, el 25 de mayo de 1862, a los 82 años.
“La película intenta devolverle a la sociedad boliviana la memoria de esa gran mujer, pero además busca devolver la memoria de varios líderes guerrilleros que murieron por la Patria Grande y que son los verdaderos padres de este territorio”, dijo a Télam Sanjinés, para quien hoy, “tal vez más que nunca, en un mundo horriblemente alienado en los objetivos de la vida, el cine actual debería asumir una tarea iluminadora”.
Azurduy, que en el filme es encarnada por la artista Piti Campos, es considerada la primera mujer que ingresó en el Ejército argentino, y combatió desde 1809 junto a su esposo Manuel Ascencio Padilla contra las tropas españolas enviadas a Chuquisaca desde Buenos Aires, bajo el mando de Antonio González Balcarce.
La película recrea además el encuentro con los libertadores Simón Bolívar y Antonio José de Sucre en Chuquisaca en noviembre de 1825, cuando Azurduy recibió a sus visitantes en su casa y le narró la historia y las peripecias de varios de los héroes montoneros de la guerra de las republiquetas y su propia experiencia durante los 16 años de lucha contra los españoles.
-¿Por qué hacer una película sobre Juana Azurduy en estos tiempos?
-Porque creo que recoger la existencia de una mujer tan admirable, su memoria, rescatarla del olvido premeditado por las élites, conocer su sacrificio, su coraje, su lucidez, es importante para las nuevas generaciones que necesitan fortalecer su propia autoestima. Ella vaticinó lo que le esperaba al pueblo ilusionado y murió discriminada, desterrada en su propia patria, pero su rebeldía la mantuvo hasta el último aliento y esa voz revolucionaria debe ser escuchada nuevamente.
-¿Cuáles son los actos y las características personales de Azurduy que más le interesaron a la hora de llevar su vida a la pantalla?
-Su rebeldía antipatriarcal y, especialmente, su valentía, que no tiene parangón en toda la historia latinoamericana. Los mismos españoles admitían y admiraban el coraje de esa mujer.
-¿De qué manera su lucha colaboró con el proceso de emancipación latinoamericana?
-Lamentablemente, en Bolivia como en otros países del continente nos tocó vivir en sociedades que desde la gestación de una supuesta independencia, fueron traicionadas; los ríos de sangre que se desataron para liberarlas, el dolor colectivo e individual que costó sacudirse de los invasores europeos, infortunadamente no sirvieron para alcanzar la luz y la libertad buscadas. En nada cambió la estructura de opresión, racismo y crueldad, y la situación de los indios empeoró muchísimo en gran parte de esas nuevas naciones, donde se los exterminó.
-¿Qué tipo de puesta en escena puso en práctica para este nuevo filme, teniendo en cuenta su trayectoria y su “Teoría y práctica de un cine junto al pueblo”?
-Hemos empleado una narrativa basada en el plano secuencia y resolvimos cada secuencia en un solo plano sin corte. Por otra parte, no hacemos de ella la protagonista única y principal, intervienen otros héroes notables.
-Todas aquellas ideas de un cine cercano al pueblo y a sus necesidades, ¿sigue vigente actualmente o esa puesta en escena tan particular se fue adaptando en sus últimas películas a esta nueva etapa latinoamericana?
-Mantenemos, a pesar del paso del tiempo, esa misma conducta de construir un cine político, útil y necesario a la reflexión colectiva de la sociedad.
-¿De qué manera el cine actual puede seguir estando al servicio de las necesidades del pueblo?
-El cine como arte tiene la responsabilidad de constituir la identidad de una sociedad. Llega, como ya lo dijeron algunos filósofos, más hondamente a la verdad de las cosas que la lógica y la razón y por eso hoy, tal vez más que nunca, en un mundo horriblemente alienado en los objetivos de la vida, el cine actual debería asumir su tarea iluminadora. No digo adoctrinante porque eso es estúpido, sino esclarecedora allí donde no asoman las propuestas y programas políticos, a través de la conmoción en los espíritus que sólo el arte puede lograr.
-¿Cómo evalúa usted el hecho de que en Buenos Aires se haya inaugurado el año pasado una estatua de Azurduy, obsequiada por Bolivia, que reemplaza nada menos que a otra de Cristóbal Colón que estaba en ese mismo espacio?
-Me pareció muy hermoso y pertinente. Ha sido, sin dudas, un acto de reencuentro, de integración, de hermandad entre dos pueblos que comparten la memoria y el agradecimiento a doña Juana Azurduy.
-¿De qué manera el proceso político que se vive en Bolivia desde la llegada de Evo Morales al poder repercutió y se manifiesta en el ámbito artístico y cinematográfico? ¿El cine está recibiendo más ayuda estatal? ¿Se le presta mayor atención a la cultura?
-Creo que existe una buena voluntad. Últimamente se puso en marcha una nueva ley de cine que podría apoyar más efectivamente al cine boliviano.