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Tres vidas consagradas a la creación, a la virtud y a las causas más justas de la cultura latinoamericana

6.06.01

Palabras de Omar González, presidente del ICAIC, en la entrega de la Orden Félix Varela de Primer Grado a María Rojo, Fernando Pino Solanas y Jorge Sanjinés

Comandante Fidel Castro;
Ministros;
Autoridades y personalidades invitadas al II Congreso Internacional de Cultura y Desarrollo;
Compañeras y compañeros, amigos todos:
Entre los muchos méritos que justifican el alto reconocimiento que hoy hace el Consejo de Estado de la República de Cuba al condecorar con la Orden Félix Varela de Primer Grado a los cineastas Marta Rojo, de México; Fernando Pino Solanas, de Argentina, y Jorge Sanjinés, de Bolivia, está, inobjetablemente, el de la integridad de sus trayectorias, la calidad de su obra artística y la fidelidad a las causas más justas de la cultura latinoamericana y universal. Es, por lo mismo, un honor que nos enaltece a todos.

Félix Varela figura entre los pilares de la nación cubana. Su vida, desde la tristeza de una infancia infeliz hasta la coronación del modelo de su eticidad, es ejemplo de valentía y honradez intelectual. Mucho debe la Cuba de hoy a aquel que, nacido en 1788, hizo del magisterio sacerdocio y del sacerdocio creación fundacional. En el aula primero, en el periodismo, la oratoria y la pelea siempre; el sabio presbítero cubano hizo de la Patria una obsesión, como el peregrino que fue, sin jamás conocer descanso.

Esta medalla que hoy les ofrece nuestro pueblo y que colocará en sus pechos el Comandante en Jefe Fidel Castro, Presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba, tiene el valor de los símbolos. No se regala ni se gana en certámenes artísticos o literarios. Sus bases son las de toda una vida consagrada a la creación y a la virtud. Seguramente hay muchos otros que la merecen, pero de lo que sé estamos absolutamente seguros es de que ustedes la honran, y que la llevarán con el mismo orgullo con que lo hacen los soldados en las grandes contiendas. Aunque brevemente, reseñaremos a continuación las razones de este homenaje.

María Rojo, desde que iniciara su vida artística en 1952, muy tempranamente si la observamos bien, se reveló como una de las figuras más importantes del cine y la televisión mexicanos. Ayer, mientras sesionaba nuestro foro dedicado a los Problemas y perspectivas del cine latino, y hoy, cuando juntos exponíamos en plenaria no sólo las razones de nuestra inconformidad y rebeldía, sino las estrategias para trascender este calvario que acompaña a la globalización neoliberal; ayer y hoy, repito, pude sentir (tal es el término idóneo) la reciedumbre de su ascendencia de mujer en combate. A su espléndida trayectoria artística, une María el desinterés personal en sus múltiples servicios a la defensa de nuestra cultura cinematográfica y nuestra identidad cultural. El movimiento “Los que no somos Hollywood”, ahora que tanto se habla de vasallaje y omnipresencia de la banalidad y la seudocultura norteamericanas en las grandes y pequeñas pantallas, incluida la otrora Europa del Renacimiento y la Ilustración, es parte de su obra emancipadora. Un nervio es María, como su milenaria estirpe de dioses y guerreros ancestrales.
Pino lleva las credenciales de su gloria también en su cuerpo. Balazos, golpes, amenazas de muerte e imprecaciones de silencio, no pudieron acallar sus denuncias cuando Menem reinaba, vendía la Argentina a las transnacionales y cínicamente se prestaba a las peores campañas contra Cuba. Pino es el Sur, El exilio de Gardel y su propio exilio, El viaje y La nube. Un soñador empedernido y un combatiente imprescindible en nuestras lides de hoy. Viene de regreso, conoce a los demonios.
La obra de Jorge Sanjinés se distingue por su defensa de la identidad de los pueblos indígenas.
De Jorge Sanjinés guardamos los de mi generación el recuerdo de una �poca definitoria en nuestras vidas. Los jóvenes que fuimos, íbamos de cine a ver Ukamau y La sangre del cóndor. Eran los años sesenta, días de un modo de hacer diferente en las artes, la poesía y principalmente el cine, menos dependiente entonces de los artificios y las trampas de Hollywood. En su perenne denuncia, su persistencia y relevancia, Jorge Sanjinés y su obra nos señalan un camino de dignidad y estoicismo. Una voz que no debería quedar solitaria ante la mímesis de los conversos y los desmemoriados actuales.
Nuevos y otros son los desafíos a que se enfrenta el cine latinoamericano en esta hora crucial. En la reconquista de sus derroteros nos esmeramos todos, los jóvenes de ayer y los jóvenes de hoy, y debemos lograr definitivamente la unidad. La Orden que ustedes reciben es prueba de que el olvido es imposible en nosotros, porque cuidamos de la memoria tanto como lo hacemos con el futuro. Llévenla con la misma hidalguía y el mismo apego a la verdad y a la justicia de quien la deposita en sus pechos.
Gracias.
Hacer tangible en el siglo XXI el sueño bolivariano
Palabras de agradecimiento de María Rojo
Presidente Comandante Fidel Castro:
Agradezco en nombre de mis compañeros Fernando Pino Solanas, Jorge Sanjinés y del mío propio el honor con el que nos distingue el pueblo cubano, otorgándonos el reconocimiento Félix Varela, pensador que forjara, con el compromiso de las ideas, la identidad nacional cubana en el siglo XIX.
“Los que no somos Hollywood” se nombra el movimiento encabezado por la actriz, y hoy diputada mexicana, María Rojo, para conquistar un espacio en favor de nuestro cine.
Desde la Patagonia hasta los bravos linderos del río Bravo, la tierra significa mucho más que el lugar donde estamos parados.
“Si el hombre es polvo, aquellos que van por el llano son hombres”, diría el poeta, aunque se sigan confundiendo con el color de la tierra.
Aquí, en Cuba, terroncito de azúcar, cariñito azucarado, pedacito de Patria de todos los que no somos Hollywood, que sabe reír y cantar, se nos convoca a afincar el sueño bolivariano que no hemos podido lograr en los hechos y que hoy, en el siglo XXI, queremos hacer tangible en el territorio que conocemos los cineastas: el de los sueños.
Según las estadísticas, el ser humano dedica el treinta por ciento de la vida a dormir, el diez por ciento a soñar.
El mismo indignante diez por ciento que el poder económico nos regatea en nuestras propias pantallas.
Defender el sagrado porcentaje de los sueños nos obliga a poner en marcha la ya recurrente “estrategia del caracol”.
Al fin que somos expertos en resolver todo, al fin que siempre ahí le atoramos con el alambrito, o pegamos con tape el mundo zurcido y parchado que nos han designado.
Es por este ideal de ganarnos a nosotros mismos que nos sumamos a la iniciativa de este Encuentro, de integrarnos una vez más —aunque usted no lo crea—, a la propuesta de echarles montón a los que pretenden quitarnos todo, hasta ese diez por ciento que representa la identidad de patria en la que nos conocemos y reconocemos los que trabajamos en el mundo de las imágenes.
Muchas gracias.

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